Soy Cristina, fundadora de El Perro Pirata, y en esta aventura me acompañan dos perras, Zambra y Bruja, una rata , Bluey, y un pequeño humano que pone patas arriba mi mundo… y también lo llena de sentido.

Ser madre ha hecho que cada día recuerde lo importante que es la paciencia, el respeto y el vínculo… Y también lo fácil que es perderlos cuando vas con prisa, sin dormir, o cuando todo el mundo parece tener una opinión mejor que la tuya. Así que sí, entiendo de cerca lo que es criar, con todo lo que eso implica.

Soy educadora canina y ATV especializada en rehabilitación y fisioterapia, pero, sobre todo, soy alguien con la certeza de que la convivencia no es lo que nos han querido vender…

Siempre hubo perros en mi vida… pero cuando llegó Zambra, todo se desmoronó… mis certezas, mis métodos, mi manera de mirar…
Con ella tuve que empezar de cero, a observar y a escuchar de verdad.
Luego vino Bruja, con su forma tan suya de ser y me enseñó que la diferencia no necesita corregirse.
Y con la llegada de mi hijo, entendí que la verdadera educación nace del instinto.

El Perro Pirata nació como una forma de decir basta, basta de métodos rígidos, de consejos de parque, de entrenamientos «porque si». Aquí no vas a encontrar premios al tuntún, ni castigos camuflados. Aquí trabajamos contigo, con vosotros y no con tu perro como si fuera un problema a resolver.

Te acompaño para que observes, entiendas y tomes decisiones desde un lugar más informado y más conectado.

Y ahora sí: lo que de verdad me obsesiona…

El cuerpo, el movimiento, la biomecánica… el cómo se sienta, cómo pisa, cómo sube al sofá.

Porque ningún perro puede estar bien si se mueve mal, si le duele algo, si su cuerpo está pidiendo ayuda y nadie le escucha.

También soy una enamorada de los perros senior y geriátricos y de los que tienen algún tipo de discapacidad ya sea por edad o por condición.

No es lástima, en ellos todo se junta: la fragilidad física, los cambios hormonales, las pérdidas, los miedos, la desregulación emocional, el cansancio.

Ellos siguen siendo exactamente los mismos perros de siempre, aunque ya no salten de alegría cuando llegas a casa.

Trabajo desde una mirada integradora que no separa cuerpo y emoción, ni perro y entorno porque si no observamos el cuerpo, no estamos haciendo educación respetuosa, igual estamos parcheando comportamientos.

Aquí hay ciencia, hay respeto, hay movimiento.

Y hay una forma de mirar que no encaja en las etiquetas de siempre.