Las altas temperaturas veraniegas, junto con despistes y malos hábitos pueden terminar en graves disgustos!
Nuestros amigos peludos son especialmente sensibles al calor, ya que no poseen glándulas sudoríparas. Como consecuencia de ello, sólo pueden regular su temperatura mediante los jadeos y a través de las almohadillas plantares. El proceso para lograr este equilibrio es lento, por lo que el golpe de calor, a pesar de ser fácil de evitar, es un proceso bastante común en esta época, con consecuencias en muchos casos irreversibles.
¿Cómo podemos detectarlo?:
• Aceleración ritmo cardíaco junto con jadeos y babas. Mucosas azuladas.
• Temperaturas por encima de 42ºC.
• Temblores, debilidad muscular, descoordinación. En ocasiones vómitos y diarreas.
¿Cómo actuamos?:
• Retirar de la fuente de calor.
• Aplicar agua templada de manera lenta pero continuada. Si el perro está consciente y puede intentar hacer beber.
• No cubrir con toallas ni someter a baños de agua muy fría.
• Acudir al veterinario.
¿Cómo lo evitamos?:
• Nunca dejar sólo al perro dentro del coche, aunque sea por poco tiempo.
• Evitar franjas horarias de mayor calor.
• Refrescar al perro cada poco tiempo.
Y lo más importante de todo, ya que es bastante sencillo prevenirlo, SENTIDO COMÚN!